Mi vocación para ayudar a los otros ha estado siempre presente en mi vida, de una manera u otra, a través de mi propio entorno y yendo más allá a través de voluntariados. Poder convertir mi pasión con mi vocación ha sido una decisión de la cual no puedo estar más satisfecha.

En un inicio era un camino desconocido para mí, podría haber hecho medicina, enfermería… pero finalmente me decanté por la psicología por la familiaridad de un trato más personal y profundo. Además, siempre me ha llamado la atención el que esconde nuestro cerebro, la mente, la parte más desconocida del ser humano y a la vez lo que nos hace ser más nosotros, más humanos. Es por eso que pienso que la formación como psicólogo es uno no parar! cada caso es un nuevo mundo y un reto para todos nosotros y debemos seguir formándonos para poder actualizarnos y responder a las demandas de la mejor manera posible.

El hecho de trabajar con niños fue algo más espontáneo. Me tocó en una de las rotaciones del practicum y sin duda lo repetí. Desde entonces me he dedicado plenamente a la población infanto-juvenil y a sus familias, puesto que es una parte muy importante de ellos. He tenido la suerte de encontrarme con muy buenos profesionales que me han hecho apreciar un buen trabajo y ver como con la ayuda adecuada los niños son como esponjas.

Y a pesar de que a menudo cuesta desconectar de un trabajo tanto vocacional… a menudo me recuerdo que hacerlo es una parte muy importante para poder cuidar a los otros. Me gusta pasar ratos leyendo, rodearme de las personas que estimo y sobre todo de un entorno agradable como puede ser la montaña! Siempre que puedo me escapo!