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Asesoramiento a padres y madres
En muchas ocasiones hemos escuchado el tópico de que los niños y niñas llegan sin manual de instrucciones. Esta expresión suele surgir ante situaciones en las que los padres y madres no han sabido cómo actuar, y es que desde que nacen tenemos que afrontar todo tipo de dificultades y tensiones que boicotean la buena dinámica familiar.
El asesoramiento para padres y madres es una herramienta de asistencia y entrenamiento individualizado al caso concreto que presentan los padres. Primeramente, un profesional evaluará la problemática y a continuación, se realizará el trabajo de asesoramiento para que los padres puedan tener a su alcance herramientas y estrategias para promover una educación feliz, equilibrada y sin desesperación.
Los temas más habituales en el asesoramiento correlacionan con las problemáticas y afirmaciones recogidas en las entrevistas realizadas a las familias que han recibido apoyo en CIM.
A continuación, mostramos los diferentes ámbitos de actuación y las preocupaciones más frecuentes con las que los padres y madres se enfrentan cada día.
Ámbitos de actuación
“Mi hijo no hace caso, le cuesta aprender las rutinas y asumir responsabilidades. Acabamos enfadándonos y después me siento culpable. No quiero gritar o perder los nervios”.
“Me explica muy pocas cosas. Tengo que ir lanzando preguntas y él ni deja de mirar la tele o de jugar con el móvil”.
“Me contesta y dice palabras malsonantes, no lo reconozco y ya no sé cómo pararlo. Se pone agresivo y acabamos discutiendo y enfadados. Las amenazas y los castigos ya no funcionan, dice que todo le da igual. Ya no sabemos qué hacer”.
“En la escuela nos han llamado la atención por su comportamiento. Molesta y distrae a los compañeros, trabaja poco y ha tenido una pelea”.
“No hace caso cuando le digo que vaya a ducharse, siempre tengo que enfadarme, deja la ropa en el suelo y no hay manera de que haga su cama. Tiene la habitación desordenada, le cuesta prepararse la cartera y la bolsa de deporte”.
“Por la mañana siempre acabamos enfadados, no hay forma de que se vista rápido. Tenemos que irle detrás por todo”.
“Le cuesta colaborar o hacer algo por todos, como por ejemplo poner la mesa, meter los platos en el lavaplatos, tirar la basura o sacar a pasear al perro”.
“Come muy despacio. La comida se hace eterna, yo me pongo de los nervios y acabamos enfadados. A veces le acabo dando todo a pesar de que sé que ya es grande y está mal hecho. No soy capaz de dejarlo sin comer”.
“El mío no para de comer en todo el día, come con ansiedad y cuando no lo vemos va a la nevera y come de todo mezclado y sin parar. Creo que tiene mucha ansiedad y la calma de este modo”.
“Siempre come lo mismo: patatas, carne, olivas… todo lo que le gusta, pero no quiere probar la verdura ni la fruta. Estamos preocupados porque no está teniendo una alimentación equilibrada. Si insistimos se enfada y la hora de la comida se convierte en una discusión continua”.
“Le tengo que estar encima cuando hace los deberes. Se distrae con una mosca, se levanta de la silla y no para de decir tonterías, al final acabamos enfadados. Hasta que no me enfado seriamente no avanza. Estamos dos horas por una ficha que se podría hacer en diez minutos”.
“Se olvida los libros y no hay manera de que apunte los trabajos en la agenda. Acabo preguntando yo a los otros padres los deberes que tienen. Creo que por aquí no vamos bien”.
“No quiere hacer los deberes. Lo tengo que amenazar con quitarle el ordenador. Se hace muy pesado, enseguida dice que no lo sabe hacer. No sabemos si se verdad o sólo quiere que lo ayudamos a hacerlo”.
“No sabemos qué está pasando este año con las notas. Ha tenido una bajada importante y parece que no piensa poner remedio. Si no fuera porque los padres le vamos al detrás no se preocuparía y lo suspendería todo”.
“No sabe organizarse correctamente. Siempre prefiere jugar al móvil o ver la tele. Después se le acumula el trabajo y se pone nervioso si se le recordamos. Hay días que se le hace muy tarde y acaba no entregando algunos trabajos”.
“El cambio de primaria a la ESO le está resultando muy difícil. Se pensaba que se lo podría sacar fácilmente, como siempre, pero está trayendo los primeros suspensos”.
“No sabemos si es que le ha pasado algo con sus compañeros, pero últimamente dice que no quiere ir a clase”.
“Es un niño que está muy aferrado a su madre. Cada mañana, cuando se tiene que separar de ella y lo tenemos que traer a la escuela se crea un drama. Tampoco quiere que ella marche a trabajar. Dice que no quiere que lo deje solo”.
“A la hora del patio normalmente juega solo. No tiene un grupo de amigos concreto y cuando toca jugar o hacer grupos, va cambiando”.
“Dice que no le caen bien sus compañeros de clase porque le hacen enfadar. Cuando quiere aproximarse a alguien para hacerse amigo suyo, no sabe qué decir y lo pasa mal”.
“No le suelen invitar a las fiestas de cumpleaños y cuando es el suyo, dice que prefiere celebrarlo con la familia”.
“No sabemos cómo explicar a los niños que nos vamos a separar”.
“Todavía no les hemos dicho nada, pensamos que son pequeños”.
“Desde la separación está más irritable. Me dice que se quiere ir con su padre y yo no sé qué decirle”.
“Cuando viene de casa de su madre llega muy triste y cabizbajo, me cuesta un rato que vuelva a ser el niño de siempre”.
“Es la primera vez que estaremos tantos días separados. No sé si seré capaz de soportarlo y él tampoco está acostumbrado. No sé como decirle”.
“Se hace difícil la comunicación entre los adultos, ¿cómo lo podríamos gestionar? No queremos usar al niño de mensajero pero a veces nos es difícil controlarnos”.
“Su madre educa de una manera y yo de otra, creo que estamos volviendo loco a nuestro hijo. ¿Qué puedo hacer?”
“Están todo el día como el gato y el perro”.
“Cuánto más tiempo están juntos, más empeora la situación. Parece que los hayamos de separar permanentemente para que pueda haber un mínimo de respeto entre ellos”.
“Se pelean siempre que los padres estamos delante. Se chinchan y acaban viniendo los dos a quejarse a los padres. Al final, decidamos lo que decidamos, siempre está mal y nos lo reprochan”.
“No saben mantener un clima correcto en casa. Parece que siempre los hayamos de amenazar con castigarlos sin el móvil”.
“Esta semana ha muerto su abuela y no sabemos si traerlo al funeral. Sólo tiene 5 años y pensamos que quizás es demasiado pequeño todavía”.
“Ya hace unos meses que murió su tío y, a pesar de que tenían un vínculo muy fuerte, no ha llorado en ningún momento. Pensamos que quizás todavía no lo ha asimilado del todo”.
“Desde que ha perdido a su abuelo ha dejado de ser él. Está muy preocupado y nos pregunta constantemente si lo podremos ir a ver. Esta situación nos inquieta”.
“Le cuesta mucho defenderse ante sus compañeros. Si no nos metemos los adultos siempre se acaba llevando la peor parte cuando hay un conflicto, aunque él no tenga la culpa”.
“Se pone muy agresiva cuando pasa algo que no le gusta. Trata mal a los otros niños y después se pone triste porque la dejan de banda”.
“Le cuesta mucho tomar decisiones. Siempre le da muchas vueltas a todo y pregunta a los padres, hermanos o amigos antes de decidirse. Nos gustaría que tuviera más seguridad para hacer las cosas”.
“Siempre se niega a participar en situaciones nuevas porque cree que le saldrá mal y que hará el ridículo”.
“Muchas veces dice cosas malas sobre él mismo, como que se ve feo, que es tonto o que todo le sale mal”.
“En la escuela nos han dicho que en muchas ocasiones actúa negativamente o que explica mentiras para llamar la atención de sus compañeros”.
“Parece que sólo vive para jugar al móvil. Podría pasarse horas sin hacer caso a nada más”.
“En casa, su único pasatiempo es el móvil. Ya no pide nunca para jugar con los padres ni con los hermanos. Los amigos de la escuela también juegan, así que ya no quedan nunca, sólo para hacer partidas desde casa”.
“Cuando podemos tener un rato para estar tranquilos o estamos esperando en algún sitio, nunca podemos hablar ni hacer nada juntos. Enseguida me pide el móvil y si me niego se pone muy nervioso”.