12 Jun
Si hacemos de policías, tendremos ladrones en casa
Badalona, CIM Centre de Psicologia Mèdica – Sin darnos cuenta nos convertimos en padres policías, vamos dando avisos, amenazas y no paramos de poner multas (“castigos”): Ves más rápido que llegamos tarde, pon la ropa a lavar, te dejaste la cucharilla con el vaso de la leche encima la mesa, la bolsa de deporte está por vaciar, esa letra está fatal, haces el mínimo con los deberes, repite el dictado, siéntate derecho en la mesa, coge bien los cubiertos, no te has lavado las manos.
El policía entra en escena cuando la mayoría de nuestras comunicaciones con nuestro hijo toman esta forma. Es entonces cuando el instinto del niño es el de desobediencia -el ladrón que escapa de la multa- y además el de burlar a la autoridad, que para el niño supone una atención constante del padre hacia él (y ya sabemos que nuestra atención es el reforzador más grande que existe).
El niño que se siente querido será probablemente el que más multas reciba, ya que para él se convierte en una forma de relacionarse que en la mayoría de ocasiones no le supone ningún problema. Entonces, ¿dejamos que hagan lo que quieran? Es una de las opciones, pero la que funciona de forma rápida y eficaz es la de sacarse el uniforme y ser nosotros mismos, dando atención a las conductas positivas, reforzando aquella acción que aprobamos y realizando una clara descripción de la misma y del sentimiento que provoca. Por ejemplo: «has puesto la toalla en el cesto de la ropa sucia, se agradece y estoy contenta, cada vez te veo más ordenado (y lo acompañamos de una muestra de afecto y sonrisa). Si ponemos el foco de atención en la conducta que para nosotros es positiva, es más probable que esta se repita hasta convertirse en un hábito.
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