Si hacemos de policías, tendremos ladrones en casa
Badalona, CIM Centre de Psicologia Mèdica – Sin darnos cuenta nos convertimos en padres policías, vamos dando avisos, amenazas y no paramos de poner multas (“castigos”): Ves más rápido que llegamos tarde, pon la ropa a lavar, te dejaste la cucharilla con el vaso de la leche encima la mesa, la bolsa de deporte está por vaciar, esa letra está fatal, haces el mínimo con los deberes, repite el dictado, siéntate derecho en la mesa, coge bien los cubiertos, no te has lavado las manos.
El sufrimiento como motor de crecimiento personal
Fue el sufrimiento que me causaba la conducta de los adultos y, concretamente, mi percepción de contradicción en la conducta de mi progenitor lo que me empujó a estudiar Psicología. Quería entender qué ocurría en su cerebro, qué mecanismos le movían para actuar desde una interpretación de la realidad que distaba de la que veían mis propios ojos.
Càpsules de Psicologia: Intervenir no siempre ayuda
En muchas ocasiones, observar sin intervenir es la mejor estrategia que tenemos para ayudar a nuestros hijos. La mayoría de nosotros hemos experimentado la frustración de ver que nuestro hijo no hace lo que le hemos dicho o no pone en marcha las acciones que consideramos como la solución a su problema:
“Le dices a tu amigo que te devuelva el cromo”, “si te pegan se lo dices a la profesora”, “si te insultan tú te quedas inmóvil como una estatua”…
Càpsules de Psicologia: "Te doy permiso para montar un pollo"
Hay que decírselo de forma natural y no dar mayor importancia. Los niños saben que pueden conseguir las cosas que desean porque huelen muestro miedo como un perrito sabueso. Ellos nos conocen y saben encontrar nuestros puntos flacos. Cuando como padre tengo miedo de la conducta de mi hijo, es un indicador de que algo no funciona correctamente.
Nuestros hijos, nuestros maestros
Los hijos nos permiten ver aquellos aspectos de nosotros que tenemos a nivel inconsciente y que tenemos que mejorar. Gracias a ellos, cuando les ayudamos, nos ayudamos a nosotros mismos, sanando así aquellos pensamientos, creencias o patrones de comportamiento que nos causaban malestar y angustia.
Un ejemplo sería el caso de una adolescente que presentaba un trastorno de conducta por exaltación de carácter grave -con gritos, insultos, amenazas y golpes-. En este caso el epicentro del problema radicaba en la relación entre la joven y su madre. Cuando la madre toma consciencia de que la hija le estaba sacando de su zona de confort y que la estaba obligando a exponerse como una madre no perfecta, con fallos, perdida e incapaz de controlar la situación, todo toma otra forma y otro rumbo.