25 abr.
El sufrimiento como motor de crecimiento personal
Fue el sufrimiento que me causaba la conducta de los adultos y, concretamente, mi percepción de contradicción en la conducta de mi progenitor lo que me empujó a estudiar Psicología. Quería entender qué ocurría en su cerebro, qué mecanismos le movían para actuar desde una interpretación de la realidad que distaba de la que veían mis propios ojos.
“Podía ser feliz”, pensaba yo, en cambio una vez tras otra, escogía el camino equivocado que se convertía en episodios en los que nos hacía partícipes al resto de la familia. Él nos quería muchísimo, de esto no hay lugar a dudas, pero ¿qué ocurría entonces?
Indagar y analizar el pasado, las conductas y relaciones de los integrantes de mi árbol genealógico, me abrió la puerta a la comprensión, y la comprensión a la sensación de paz y de tranquilidad interior. Me di cuenta de que las heridas que arrastraba mi padre de su propia infancia eran tan profundas que no le permitían conocerse y aceptarse a sí mismo. Era incapaz de sacar todo su potencial y mostrase tal cual era. Su miedo le llevó a adoptar un rol que competía con su propia naturaleza, una contradicción interna que se expresaba a borbotones en la realidad que alimentaba.
Cuando rescatas de tu propio inconsciente parte de este dolor y lo trasciendes, lo sanas, de manera que te liberas a ti mismo y a tu propia vida en el momento presente. Esto quiere decir que tomas consciencia y la responsabilidad para poder romper los patrones de comportamiento que se podrían transmitir a tus propios hijos y a las siguientes generaciones. Tomar consciencia de mi sufrimiento y comprender me ha reconciliado con mis abuelos, con mis padres, con mis hijos y con las relaciones en mi día a día.
Mercè Soler Soriano
Psicóloga infanto-juvenil y de familia