12 març
Nuestros hijos, nuestros maestros
Los hijos nos permiten ver aquellos aspectos de nosotros que tenemos a nivel inconsciente y que tenemos que mejorar. Gracias a ellos, cuando les ayudamos, nos ayudamos a nosotros mismos, sanando así aquellos pensamientos, creencias o patrones de comportamiento que nos causaban malestar y angustia.
Un ejemplo sería el caso de una adolescente que presentaba un trastorno de conducta por exaltación de carácter grave -con gritos, insultos, amenazas y golpes-. En este caso el epicentro del problema radicaba en la relación entre la joven y su madre. Cuando la madre toma consciencia de que la hija le estaba sacando de su zona de confort y que la estaba obligando a exponerse como una madre no perfecta, con fallos, perdida e incapaz de controlar la situación, todo toma otra forma y otro rumbo.
Cuando la madre entiende que gracias a su hija ha podido conectar con su infancia, comprender que adoptó el rol de “mujer perfecta y correcta” para intentar ganar el amor de sus padres y su reconocimiento frente a una hermana que siempre se llevaba todos los méritos y aplausos, es entonces cuando todo encaja y puede tomar consciencia, sanar esa herida o trauma del pasado que estaba a nivel inconsciente.
Entiende que no se puede mantener la vida bajo control aunque nos esforcemos al máximo para intentar actuar correctamente. Se da cuenta de que tiene que aflojar y ser ella misma, permitirse SER. Lo más importante de todo es que a partir de ahí es capaz de transmitir un nuevo mensaje a su hija que dice: – “Hija, te quiero tal como eres, no tienes que hacer nada para ganarte mi amor, puedes ser tú misma”. La adolescente empieza a relajarse y deja de sentir la presión que sentía.
Es entonces cuando la relación madre e hija da un giro de 360 grados y se permiten ser ellas mismas, relacionarse y volver a mirarse para conocerse mutuamente en esta nueva etapa en la que la hija se hace adolescente.
Cuando nuestro hijo nos genere un problema, cambiemos el chip y pensemos: ¿Qué me está enseñando? ¿Qué aspecto de mi mismo, de mi propia infancia está removiéndose? Porqué en ese punto estará la clave para solucionar el conflicto, sanar y avanzar sin lastre.
Mercè Soler Soriano